miércoles, 31 de octubre de 2018

día 3212 de esclavitud, 1184 de castidad

la semana pasada las botas negras, las primeras sendras que tuvo el objeto por orden del Dueño, se abrieron un poco por la suela. no, miente el objeto, las primeras sendras son unas repujadas que el Dueño tiene en madrid y que son las que usa cuando va allí. estas negras fueron las primeras que el objeto usó día tras día, sin descanso. luego, para variar, el Dueño ordenó que comprara unas iguales marrones. el objeto las ha usado día tras días durante todo este tiempo.
el Dueño decidió comprar unas botas en madrid al objeto y esas son las que llama "botas de madrid", que el objeto se pone en situaciones especiales o cuando tiene que honrar especialmente al Dueño. hoy ha ido, con permiso del Dueño, a comprar otro par de botas sendra negras. ayer el objeto llamó a la tienda, posiblemente la única tienda que vende sendras en las palmas. tenían la talla del objeto y el precio seguía siendo el mismo, mucho más barato que en madrid, con diferencia. por eso el objeto suplicó al Dueño que le permitiera comprar dos pares, un par negro y otro marrón. es un exceso pero no es normal encontrar sendras tan baratas y encima de la talla del objeto. el Dueño dio su permiso.
después del trabajo el objeto fue a la tienda y compró las botas. por supuesto el dependiente se dio cuenta de que estaba hablando con un fetichista de las botas. le dio al objeto una explicación sobre como se hacen las sendras, pero dijo algo que dejó al objeto extrañado, que para tener una bota para toda la vida tenía que ponerle una pequeña suela de goma por debajo, que sería la que se gastaría y sólo tendría que cambiar eso. al objeto le pareció que eso violaba la integridad de la bota, las adulteraba. mientras iba a buscar el dinero, porque no tenían datáfonos, el objeto habló con el Dueño que pensaba lo mismo. que las botas como esas son para llevarlas así. posiblemente el dependiente no sabe que el objeto las lleva día tras día, sin descanso y sin pausa. las botas sendras hay que honrarlas cada día llevándolas con orgullo. así se fue el objeto a casa, con un par de sendras en cada mano, con orgullo, pero no un orgullo fruto del ego sino un orgullo lleno de sumisión y obediencia hacia el Dueño. porque el objeto no era tan fetiche de las botas. ahora lo es por el Dueño, porque el Dueño lo es y así debe ser el objeto.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega

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