la deshumanización tiene un precio: la dependencia. el objeto depende del Amo, del Dueño, en todo y de todo. cualquier acción, cualquier decisión, cualquier hecho depende del Dueño. como aspecto positivo significa ceder toda la responsabilidad y limitarse a obedecer. la obediencia se vuelve no un acto aislado, sino el motor de todo lo que hace.
cada palabra del Dueño se convierte en una orden, cada deseo en un mandato. y así, con órdenes y deseos, el Dueño ha ido tejiendo una red, levantando unos barrotes, que aprisionan la mente y la voluntad del objeto, frente a los cuales no hay escapatoria. por eso para los que rodean al objeto, se presenta como un ser libre, autónomo y seguro de sí mismo. pero la mente del objeto está aprisionada bajos gruesos barrotes, está bajo candado y sometida a la voluntad del Dueño. es una especie de presencia permanente ya que, cuando va a hacer algo, siempre está ahí, como una segunda conciencia, impidiendo que haga algo que pudiera desagradar al Dueño. queda aún cierto margen, por eso el objeto debe hacer examen de conciencia diaria y confesar sus faltas al Dueño, pero es mínimo. lo que el objeto sabe es que ya no hay escapatoria, porque su situación no depende de esto, sino de lo que quiera el Dueño. El tiene la llave y sabe, con una sola palabra, sumir al objeto en el más profundo de los infiernos, así como elevarlo al mayor cielo, con otra palabra. ese es su poder y esto agradece cada día que sea así.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.
miércoles, 23 de mayo de 2018
día 3051 de esclavitud, 1023 de castidad
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario