hay algo en el servicio personal, algo que hacían los criados, que después de las revoluciones burguesas del XIX se convirtió en algo bajo, humillante y hasta cierto punto degradante. vestir al Señor, lavarlo, limpiarle la ropa o lustrarle los zapatos eran formas cotidianas de marcar la diferencia de clase entre unos y otros. eso se ha perpetuado hoy en día en rituales del bdsm donde el inferior realiza esas tareas con respecto al Superior. en muchos encuentros bdsm el lustrar las botas se convierte en una práctica de los sumisos hacia los Amos. en la sociedad actual que pregona la igualdad a ultranza, servir es tan difícil como ser servido. a muchos Amos les cuesta que les hagan determinadas tareas, cuando precisamente ese es el sentido de la sumisión y de la vida de los inferiores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario