a veces lo más simple es lo más efectivo. sin ropas complicadas, sin aparatajes sin ataduras extremas. basta con atar con cuerdas las manos del inferior y ponerlas unos centímetros por encima de su altura obligándole a estar de puntillas. con eso es suficiente para mantener la tensión, para mantenerlo en un dolor constante, una tortura perversa. es cierto que eso, que se puede hacer prácticamente en cualquier sitio, una habitación un garage, cobra mayor sentido si ocurre en un sótano, una mazmorra con paredes de piedra y el suelo de cemento. eso impone porque no hay que olvidar que toda tortura, del tipo que sea, implica una dimensión psicológica.
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