la imaginación de una mente perversa parece no tener límite. tener un pene enjaulado no parece ser impedimento para poder penetrar, siempre que lo que penetra no sea el propio pene. el objeto ha observado que muchos enjaulados en castidad se refieren a su pene inservible como clítoris. el objeto no llega a tanto pero sí que ha empezado, a instancias del Dueño, a referirse al suyo como "apéndice". obligar a penetrar a algo o a alguien con un pene de plástico cuanto tienes, en teoría, el tuyo propio, es de una perversidad malsana. es profundamente humillante, y la humillación es el alimento de los inferiores.
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