el objeto nunca pensó que diría esto, pero añora cierto grado de dolor, de tortura, no gratuíta, sino ejercida por el Dueño. sabe que este deseo es furto del entrenamiento y del control mental que el Dueño ejerce sobre el objeto. en eso consiste el entrenamiento, especialmente en un objeto, en ir quitando ideas y sustituirlas por otras más acordes a los deseos del Dueño. viendo la imagen de hoy el objeto ha remitido a este sentimiento, a esta sensación de ser torturado, de sufrir y ofrecer ese sufrimiento al Dueño, porque el único sentido de hacerlo es como ofrenda al Propietario, al Dominante, al Señor y Dueño. la bola de mordaza, aunque no la más efectiva, se hace necesaria, porque el sufrimiento te lleva a gritar, incluso a suplicar, a desear no estar ahí, pero sólo es algo momentáneo. el inferior debe saber que toda su existencia depende del Amo, de que esté ahí, de su control. porque todo dolor pasa, tarde o temprano pasa, y lo que queda son sus efectos, la destrucción del ego y una sumisión aún más perfecta.
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