miércoles, 14 de febrero de 2018

día 2953 de esclavitud, 925 de castidad

el objeto se despertó hoy con una idea en la cabeza. no sabía si era una idea adecuada así que la contrastó con el Dueño que la validó. tampoco era todo extremadamente nuevo, ya había rondado la cabeza del objeto. En el fondo es sencillo, la humillación y el denigrar no son términos aplicables a lo que le pasa a un objeto. lo humillante y denigrante lo es en función del valor de aquel que las sufre.
el diccionario define la humillación como el acto de abatir el orgullo y altivez de alguien, o herir su amor propio y dignidad. para ser humillado, por tanto, debes tener altivez, orgullo, amor propio y dignidad. ninguna de estas palabras es aplicable a un objeto, o al menos no debería.
cuando le dijo al Dueño lo que había pensado, El confirmó que eso era así. un objeto no debería sentir humillación, ni sentir degradación de ninguna forma. es una contradicción que pueda llegar a sentir eso. también es cierto que el ego mantiene cierto grado de humillación pero eso es un resquicio de ego residual.
el objeto lo sintió en el último viaje, cuando el Dueño le escupió. en otras circunstancias había sido muy humillante pero, aunque le chocó, no sintió esa humillación porque, delante del Dueño no hay ego posible.
este pensamiento, esta idea es sumamente liberadora, en el sentido de que ayuda a afrontar las cosas de otra manera. ya no hay que mantener el tipo ni ser de ninguna forma. no hay imagen ni prestigio que mantener. sólo hay que aceptar lo que eres.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.

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