ese momento es crucial, el momento de la oferta, del ofrecimiento, pero no el ofrecimiento del inferior, sino la tentación del Superior. basta con mostrar unas esposas para darse cuenta de lo que viene a continuación. esto deja de ser un juego de niños, deja de ser una cuestión de aparentar o de simple cita. la cosa se pone seria. el inferior sabe que si se deja esposar estará a merced del Amo, que podrá hacer con él lo que quiera, pero si no deja esposarse habrá perdido su mayor oportunidad para comenzar lo que siempre quiso, el camino a la esclavitud voluntaria. el objeto sabe lo que haría, porque ya lo hizo una vez, volverse de espaldas y ofrecer las manos incondicionalmente. es como lanzarse a la piscina, pero es que es la única forma de aprender a nadar.
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