llevar la jaula de castidad es incómodo. llevar una mordaza todo el tiempo también lo es, al igual que vestir de latex, con cuero, o llevar botas, o meterte un buttplug o las pinzas en los pezones, o llevar una capucha. tener permanentemente un collar o una cadena al cuello también es incómodo. porque si lo que buscas es estar cómodo estás en el lugar equivocado, en el sitio erróneo, recorriendo un camino que no es el tuyo. lo fantástico del bdsm no es que todo esto sea incómodo, sino que llega a dejar de serlo. cada una de estas cosas simbolizan algo y el cuerpo los rechaza de entrada, pero se acostumbra fácilmente a todo eso y acaba integrándolo. eso significa que acabas integrando también aquello que significan, y por eso no podemos renunciar a llevarlas. el cuero nos cubre como una piel. la jaula se vuelve parte de nuestros órganos. la mordaza regula nuestra comida y bebida. la capucha acaba siendo nuestra auténtico rostro. igual que hay gente que se modifica con tatuajes, piercings, incluso cirugía estética, nosotros nos modificamos para adaptarnos a nuestra naturaleza, que no es otra que la que deciden nuestros Superiores.
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