un inferior no tiene derecho a hablar, no lo merece. para merecerlo deberíamos considerar que lo que pueda decir merece la pena y tal vez alguna de las cosas que exprese sí que lo merezcan, pero la mayoría no. delante de un Superior sólo la obediencia es admisible, aceptable, comprensible, y la obediencia es silenciosa. no se exalta ni se engríe. se obedece sin esperar nada a cambio, sencillamente por sí, porque para eso ha nacido el inferior. además el silencio es el mejor seguro porque evita que el inferior se equivoque, diga algo que no debe o intervenga cuando no es conveniente. si tenemos en cuenta y valoramos las ventajas y los inconvenientes de vivir en silencio, hay que admitir que una mordaza es todo un regalo para un sumiso, y su mejor arma contra la estupidez.
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