miércoles, 11 de octubre de 2017

día 2827 de esclavitud, 799 de castidad

muchas veces, casi la mayoría, el objeto no entiende como funciona su mente. tampoco tiene por qué hacerlo, basta con que el Dueño lo sepa. por eso no sabe la razón por la que hoy, machaconamente, un mantra ha estado golpeando su cerebro casi constantemente. esa frase, convertida en mantra, no era otra que "ya no volverás a correrte nunca más. ya no volverás a correrte nunca más". intelectualmente no es algo nuevo, me refiero a que no aporta nada de información que no supiera el objeto, pero sentirla constantemente, como una gota que golpea la mente del objeto, es algo diferente, una novedad. de tanto repetirse, la frase iba pasando de la cabeza al corazón y del corazón a las entrañas hasta que entró a formar parte de todo el ser del objeto. es un proceso de interiorización, de asimilación, de convencimiento. el Dueño diría "No hay otra verdad que esa". por tanto el objeto lo mejor que puede hacer es asumirla, integrarla y vivirla. no es una decisión que hay tomado el objeto, que haya decidido. es un deseo del Dueño y, por tanto, una orden para el objeto. no hay ninguna razón, ninguna justificación, ninguna causa. sencillamente así lo desea el Dueño y asi se convierte en realidad. si el Dueño ordenara que el objeto se estuviera marturbando todo el tiempo, igualmente lo haría porque la obediencia es lo único que da sentido a la existencia del objeto.
el objeto podría lamer las botas o los zapatos de todos lo que se cruzara por la calle, y obedecería cualquier orden del empleado más bajo en la escala del trabajo, o lamería las botas de un basurero.... si el Dueño lo ordenara. y eso le lleva a lo que ha pasado hoy en el trabajo. hay una orden que el Dueño dio al objeto y que ha influido enormemente en su evolución laboral y personal en los últimos años: "Nadie te pisa salvo y o y quien yo decida que lo haga". en el trabajo hay algunas personas que intentan, han intentado hoy pisar al objeto. con muy buenos modales, y utilizando una artimaña, el objeto los ha puesto en evidencia públicamente. cualquier otro, llevado por el ego lo consideraría un triunfo, pero no lo es, o al menos no en el sentido de ganar un guerra. sólo ha sido una escaramuza, pero la gente del entorno del objeto están extrañados de su comportamiento porque no reacciona de la misma forma que reacciona el resto. todos apelan al ego para suscitar una respuesta y el objeto sale por un lado completamente diferente que los despista hasta el punto de descolocarlos. eso sí que es un triunfo. todos ven la responsabilidad como una forma de ejercer y tener poder, pero el objeto lo ve como un servicio. eso es lo que los tiene extrañados y el arma más poderosa que tiene el objeto para no dejarse pisar.
sumisión en silencio, castidad y obediencia ciega.

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