a veces el objeto olvida que su mundo no es el "mundo", y que lo que siente no es compartido por mucha gente, por la mayoría de la gente de hecho. es cierto que somos una minoría y que no somos socialmente aceptados, pero aún así el objeto no puede evitar pensar quién no se sentiría excitado ante una imagen como la de hoy. esas botas son la esencia de la masculinidad, del poder, del control, de la superioridad. cualquier inferior que se precie se arrodillaría ante ellas y sería afortunado si su portador le permitiera lamerlas. para nosotros, los inferiores, sería un acto natural, evidente, obvio, y al objeto se le olvida a veces que para otros sería un acto pervertido y depravado, que produciría asco y repulsión. ellos tienen derecho a sentirse así, y el objeto defiende ese derecho, porque en el fondo es el mismo derecho que me permite al objeto salivar y pensar en cómo sería arrodillarse y adorar estar botas.
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