una de las ideas rectoras en la mente del objeto, incluso antes de que el Dueño lo encontrara, era que existía una relación entre el exterior y el interior. si querías cambiar por dentro, y no podías o te costaba, la mejor forma era empezar a cambiar por fuera y dejar que ese cambio se filtrara dentro. este es un principio que se ha demostrado válido para el bdsm. a menudo el objeto se siente inquieto y desasosegado, tal vez porque no tiene suficientes momentos de paz, o porque las circunstancias van demasiado rápido. en situaciones así siempre piensa que debería frenar y entonces se acuerda del Dueño y del bondage. el ser inmovilizado hace que la mente pegue el frenazo. estar horas quieto, sin poder hacer nada, obliga a que tu mente se calme, acepta la inmovilidad y devuelva tu interior a un estado de calma. al principio hay lucha, por supuesto, pero luego, cuando vez que no puedes hacer nada para liberarte, llega la aceptación. para esto las camisas de fuerza son únicas. no cortan la circulación, se pueden llevar durante largos periodos de tiempo y tienen un efecto inmediato, haciéndote para en todos los sentidos. sobra decir que el objeto echa de menos estar en ese estado más tiempo.
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