cuando lo vio entrar el corazón le dio un vuelco, pero no podía hacer nada. su Amo le había atado y amordazado en medio de la fiesta fetiche anual y los participantes estaban jugando con él. como los demás se acercó y empezó a poner pinzas en los pezones y los genitales mientras lo miraba con una cara dura, de deseo, de dominación. agradeció llevar la capucha pero supo que mañana, en el cuartel, no podría volver a ver a su subordinado de la misma forma.
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