sábado, 18 de febrero de 2017

minirelato

no oía nada, ni veía nada, pero podía sentir las manos tocándole. algunos se pasaban de la ralla, provocándole un dolor que se transformaba en un gemido a través de la mordaza. no podía controlar nada pero esperaba que el Amo, que lo había atado a esa columna en medio del local en la noche en la que iba más gente sí lo hiciera. se preguntó qué pasaría si le entraba sed quería beber algo o tenía que ir al baño. ¿lo dejaría solo en aquel lugar lleno de Amos y esclavos calientes? volvió a gemir cuando sintió otra mano en sus genitales.

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