en un mundo donde abunda tanta metrosexualidad, donde los varones se depilan y construyen sus cuerpos en los gimnasios de forma compulsiva, pero donde todo es apariencia y falta fondo y contenido; parece que el bdsm se ha convertido en el reducto de la masculinidad, de los machos y Amos. curiosamente este ámbito mantiene la estética pero se ha alejado bastante del patriarcado tradicional. tal vez sea porque nuestra tradición nació, o asumió la estética, de los clubs de moteros de los años cincuenta en estados unidos. o tal vez sea porque los primeros que participaron en este mundo fueron veteranos de la segunda guerra mundial que habían vivido en un entorno muy estructurado bastado en la autoridad, la obediencia y el mando. elementos de estos orígenes están todavía en la cultura bdsm, potenciados muchos de ellos en las relaciones de esclavitud voluntaria en que nos basamos. tal vez esta sea una de las grandes aportaciones que podamos hacer a la corriente general de la cultural actualmente, la posibilidad de mantener lo masculino, la masculinidad tradicional, pero sin tener presente el abuso de poder. hay intercambio de poder, sin duda, y uso de él hasta límites increíbles. hay sumisión y obediencia, pero toda elegida, aceptada y asumida. nunca es impuesta a la fuerza. la obediencia y el respeto se ganan, no se imponen y eso es algo que el patriarcado nunca ha comprendido.
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