lunes, 12 de diciembre de 2016

FdD bondage


hay una frase en relación al bondage que hemos repetido en mas de una ocasión en este blog. "no es bondage hasta que quieres soltarte y no puedes". ese es el punto de no retorno. cuando un sumiso se presta a una práctica de bondage, desea ser atado, desea sentir las cuerdas, sentirse indefenso. es una práctica hasta cierto punto peligrosa porque, efectivamente, te quedas indefenso, y tienes que confiar mucho en la persona que te ata porque quedas a su merced. esas es la parte "divertida". pero luego viene la otra parte, cuando se te pasa la excitación, bien porque te has corrido o bien porque el Amo ha hecho pasar un tiempo prudencial. entonces se llega a ese punto. exteriormente se manifiesta con una fuerte agitación, un poner a prueba las ataduras y, si estás amordazado, con un aumento de los gruñidos y la respiración. si no lo estás es mejor que pongan la mordaza porque dirás cualquier cosa con tal de que te desaten. es un momento que tiene un punto fuerte de rebelión, de lucha, contra las cuerdas, contra el Dominante y contra ti mismo. y entonces pasa. y llega la aceptación, y una paz profunda y radical, intensa. es la paz de saber que estás donde debes estar, en tu sitio. posiblemente muchos nunca lo hayan sentido porque o bien el Amo se asusta y te libera, o bien consigues soltarte en la etapa anterior. algunos lo expresan diciendo que han "roto" al esclavo. otros dicen que el esclavo entra en "subspace". el hecho es que, por fin, llegas a donde querías llegar cuando iniciaste la sesión pero no te atrevías a admitir o a vivir: un estado de sumisión y aceptación de tu inferioridad. en ese momento se produce el primer paso para que las ataduras se vuelvan definitivas, para siempre, porque comprendes que ese es tu lugar y que no quieres estar en otro sitio.

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