al contrario de lo que muchos piensan, la castidad no tiene que ver con la ausencia del deseo, sino con su presencia constante. la jaula lo que hace es que ese deseo, que todos tenemos, especialmente los varones, sea insatisfecho y pueda ser transformado en otra cosa, normalmente obediencia y sumisión. está comprobado que, cuando ese deseo es eliminado tras tener un orgasmo, por ejemplo, el nivel de obediencia desciende sobremanera. por eso se ha convertido esta práctica en algo tan popular tanto en el mundo vanilla como en el bdsm. si hay una relación de intercambio de poder involucrado, la castidad hace que esta sea más profunda y auténtica. el ideal, por supuesto, es no llegar nunca a eliminar esa sensación de deseo casi permanente. de hecho, los que han vivido ya un tiempo con la jaula, no encuentran satisfacción en correrse o tener un orgasmo, porque se pierde lo que realmente da placer, que es el estado de excitación permanente. entonces, paradójicamente, el orgasmo puede convertirse en un castigo, que deje vacío, y más insatisfecho aún al sumiso.
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