lunes, 16 de noviembre de 2015

día 2132 de esclavitud, 104 de castidad

el perro ha vuelto a supurar, esta vez en la universidad. pareciera que siempre ocurre cuando el perro está fuera, pero no es así. también le ocurre en casa, pero cuando está fuera es más consciente cuando va a orinar porque tiene que tener más cuidado, limpiar el retrete primero, etc. además en la universidad bebe mucha agua.
después de estar toda la mañana en el trabajo el perro fue a la facultad a uno de los pocos cursos que le quedan para terminar el master. tiene muchas ganas, pero al menos este año sólo va un día a la semana a clase, y alguna vez suelta para estudiar y usar la biblioteca. hoy era uno de esos días de clase y, al ir al baño, el perro se encontró con que supuró, y bastante.
no se encuentra el perro especialmente caliente, al menos no más de lo normal. sabe que no se ordeñará hasta el 1 de enero, y eso si el Dueño no cambia de opinión. esta es su vida ahora, vivir en castidad, sin tener sexo, porque el Dueño así lo quiere. ¿podría ser de otra forma? por supuesto. si el Dueño ordenara que el perro tuviera sexo cada semana o cada día, obedecería, porque el sentido no es la castidad por sí, sino la obediencia a los deseos del Dueño. no vive en castidad el perro porque sea más elevado o porque así consiga algo especial o se crea mejor. lo hace porque lo ha ordenado el Dueño. es cierto que, interiormente, siente que es una herramienta, y muy efectiva, de control, pero igual que podrían serlo otras muchas.
también es cierto que la castidad se ha vuelto algo fundamental para el perro, hasta el punto de sentirse mal cuando tiene que ordeñarse o cuando el Dueño ha mandado que se masturbe. es como si no tuviera derecho a un orgasmo, porque de hecho no lo tiene. y, como lo anterior, no lo tiene porque el Dueño ha dicho que no lo tiene. y la castidad se ha hecho definitiva porque varias veces el Dueño ha dicho al perro que morirá con la jaula puesta, que no hay marcha atrás, que igual que no volverá a ser libre no volverá a disponer de su sexo. ante esto el perro no puede sino dar gracias a su Dueño.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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