el perro lleva todo el día en el trabajo, mañana y tarde. eso, junto al calor, otra vez rondamos los 30 grados, hace que el perro se centre en otras cuestiones que no dejan que se centre en su sumisión. aún así ésta no desaparece del todo, porque siempre está la jaula presente, constante, inamovible, un recordatorio permanente de lo que es.
cada vez que el perro iba al baño, quiera o no, recuerda que es un perro, un esclavo que no tiene control sobre su cuerpo. en días así estas pequeñas cosas son un recurso que ayuda al perro a estar centrado en su verdadera naturaleza.
al perro le gustaría ir de cuero y con botas, pero con 30 grados es bastante difícil, así que le queda la jaula, y por supuesto la constante supervisión del Dueño. su control es liberador para el perro.
hay días, como el de hoy, en el que el perro siente que debería estar encerrado pero la no-vida se impone. igualmente hay momentos, como el de hoy, en que intentar estar en silencio se vuelve una tarea casi imposible. es una dinámica, un proceso que, cuando se pierde, cuesta volver a coger. es entonces cuando las mordazas se vuelven importantes porque obligan a mantener al perro en silencio, incluso en contra de su voluntad. en definitiva te obligan a mantener la boca cerrada y a centrarte en lo realmente importante: la sumisión y la obediencia al Dueño.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo
martes, 6 de octubre de 2015
día 2091 de esclavitud, 63 de castidad
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario