domingo, 7 de junio de 2015

FdD control, control, control

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control, control, control... en eso se basa todo. un Amo que no controla a su esclavo, no tiene esclavo. un esclavo que no es controlado por su Amo tiende a vivir su vida sin tener en cuenta a Aquel. los caballos salvajes son domados de una vez para siempre y el jinete ya los tienes bajo su fusta. no pasa eso con un esclavo. el ego es extremadamente resistente y se empeña en mantener latente, hasta que ve una oportunidad para resurgir y hacerse fuerte, de nuevo con el control del esclavo. por eso es tan importante el control del Amo, incluso que haga difícil al perro respirar. no hay tregua en esta batalla. el esclavo debe ser siempre bombardeado para que no se levante y aprenda a vivir donde le corresponde: en el suelo.
es cierto que hay un punto de no retorno, cuando la voluntad del esclavo se rompe. entonces ya está sometido, igual que un caballo domado, pero como decíamos antes, el ego de un caballo no vuelve a tomar las riendas, pero el ego de un esclavo sigue allí, agazapado, dispuesto a resurgir en cualquier momento.
lo que pocos llegan a entender es que, en cierto sentido, este es un proceso ajeno a la voluntad del propio esclavo, al menos de un esclavo natural. el ego es tan enemigo del esclavo como del Amo, y recuperar cotas de libertad o autonomía constituye una auténtica maldición para el esclavo. todo esclavo natural desea estar como el de la imagen de hoy, con la bota de su Amo en su cabeza, en su cuello, pero no de una forma esporádica sino permanente. es como cuando se pone un collar muy apretado. el esclavo apenas puede respirar y le cuesta mucho, pero el resto de su cuerpo le está diciendo al Amo que es lo que desea y lo que necesita y que sin él se moriría y viviría sin rumbo ni sentido.

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