Un simple mensaje, directo y sin rodeos. Estate en mi puerta a las 9 mañana. Ni se me ocurrió negarme. Tenía planes, pero los cancelé. Y estuve en su puerta a las 8:45, pero esperé a las 9 en punto para tocarla. Después de un momento, me abrió la puerta, y la cerró después. "Quítate la ropa y ponte el traje de látex." Obedecí, aunque tardé un buen rato en ponerme el traje. “Dame placer,” ordenó cuando lo había puesto, y obedecí, y me alegré muchísimo notar que le di mucho placer.
Me complació con una sonrisa y dijo, “Bien hecho.” Mi polla dolía tanto, atrapado en su jaula, que entonces me atreví a preguntarle, “¿Ahora me quitará la jaula, señor?”
“No,” sin un instante de duda. “Ahora,” dijo mientras puso una correa a la cadena que llevaba en el cuello, “sígueme.” Empecé a ponerme de pie, pero una mano suya me lo impidió. “Los perros como tú no andan a dos pies.”
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