lunes, 8 de septiembre de 2014

día 1699 de esclavitud, 146 de castidad

hoy el perro ha tenido un día con amigos. consistió en una de esas comidas que se prolongan, no se sabe cómo, hasta la cena. por supuesto el perro tuvo que suplicar permiso para ir. imagina el perro que esto es una de las cosas que más deben chocar a los neófitos que se acercan al bdsm. obedecer en el marco de una sesión está bien, pero hacerlo fuera.... como que ya no se entiende tanto. mis amigos son mías ¿no? ¿qué tiene que opinar un Amo al respecto? aquí radica el error precisamente: en pensar que son tuyos. si quieres ser un auténtico esclavo no puedes pronunciar esta frase. no tienes nada tuyo. si quieres ser un esclavo de sesión donde sólo te sometes en el sexo, perfecto, nada que objetar. pero si buscas algo más, y si eres un esclavo natural no podrás conformarte con menos, tienes que ir poniendo a los pies del Amo todos y cada uno de los aspectos de tu vida. nadie dice que tenga que ser al momento y de golpe. es todo un proceso, un camino, algo que se hace paulatinamente. pero también es algo a lo que no puedes renunciar y en lo que no puedes fallar. de hecho cuando cruzas esa línea sientes una extraña excitación cada vez que lo haces. es como prolongar la sesión indefinidamente.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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