jueves, 4 de septiembre de 2014

día 1695 de esclavitud, 141 de castidad

un nuevo día de mucho trabajo, de mucho calor, de mucho todo. hoy el perro salió a las siete de la tarde del trabajo, después de estar once horas allí, sin quitarse las botas, ni poder refrescarse en ningún momento. durante ese tiempo el perro sólo paró un instante para hacerse unas fotos amordazado en el retrete y enviárselas al Dueño. no lo había ordenado, pero el perro sentía la imperiosa necesidad de hacerlo. el nuevo cargo no alimenta al ego, sino irónicamente hace que el perro se sienta más sumiso. esto le hace pensar que no son las cosas, los cargos, los acontecimientos lo que cambian a la gente sino que lo que eres sale de una forma u otra con las cosas, los acontecimientos y los cargos. alguien con el ego a millón se le aumentaría si estuviera en la posición del perro, pero no es así porque el perro ha estado trabajándose el ego guiado por el Dueño y ahora no sale, aunque ocupe un cargo directivo en la empresa en la que está. eso tranquiliza al perro, y espera que también tranquilice al Dueño. muchas veces las cosas salen justamente de manera opuesta a como lo imaginábamos y nos sorprende. nunca hay que abandonar la capacidad de sorpresa. los que vienen de vuelta de todo no aportan nada nuevo nunca.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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