viernes, 29 de agosto de 2014

día 1688 de esclavitud, 135 de castidad

repasando la entrada de ayer, podría parece que el perro abogaba por salir del armario del bdsm a ultranza, pase lo que pase. nada más lejos de la realidad. ser sincero con uno mismo y no autoengañarse es una cosa, ser idiota por hacer cosas sin calibrar las consecuencias es otra. quisiera el perro pensar que vivimos en un mundo donde se respetan todas las opiniones y a todas las personas, y nada más lejos de la realidad.
muy pronto aprendió el perro que no vivimos en ese mundo. hay gente que ha perdido su familia, su trabajo y ha quedado en la calle por decir que es gay... cuando no ha perdido la vida, que también. las consecuencias por decir que te gusta ser atado, lamer botas u obedecer órdenes pueden ser exponencialmente peores que no decirle.
ojalá todo fuera diferente, pero no lo es. el Dueño del perro dice que por eso tenemos que vivir en las mazmorras por ahora, no sólo porque nos guste o sea nuestro espacio natural, sino porque es necesaria una iniciación y nuestras prácticas no son para todo el mundo. en ese sentido el bdsm también se parece a un antiguo culto mistérico, exclusivamente para iniciados. hay que ser precavidos, no por vergüenza sino por que lo que hacemos es tan importante y valioso, que no todo el mundo merece conocerlo y, mucho menos, vivirlo.
conseguir ese equilibrio entre la luz y la oscuridad, entre la autenticidad con nosotros mismos y el mantenimiento secreto de unas prácticas que no tienen nada de malo pero que la sociedad critica, es el primer paso para vivir plenamente tu sumisión.
todo esto no invalida el hecho de que no debemos mentirnos a nosotros mismos, de que, previo a todo esto, debemos mirarnos en un espejo y decirnos lo que somos
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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