un perro, un esclavo, nunca debe relajarse demasiado. comienza a cometer errores. hoy el perro ha cometido uno. sencillamente no obedeció diligentemente una orden del Dueño. el castigo fue tan sencillo, y tan duro, como efectivo: no volver a realizar esa orden, lo que se traduce en que no era capaz de obedecer, que había fallado. para un esclavo eso es lo peor que le puede pasar.
además el esclavo está un poco embajonado por el frenazo del trabajo de estas semanas. no queire decir el perro que el castigo no esté justificado, justo lo contrario. está más que justificado, el Dueño siempre es justo. pero eso no significa que no duela. precisamente eso servirá de escarmiento para no volver a pasar, para que el esclavo no cometa el mismo error. los castigos deben doler, deben servir de correctivo. si no es así no tienen sentido. si un esclavo comete una falta y no sufre por ello, de la manera que sea, de la forma que establezca el Dueño, no aprenderá la lección y volverá a caer en la misma falta. el dolor es parte del aprendizaje. quien quiera aprender sin esforzarse y sin pasarlo mal, está destinado al fracaso.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.
sábado, 21 de diciembre de 2013
día 1436 de esclavitud, 7 de castidad
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