muy pocos entienden el placer que puede encerrar el sufrimiento, el dolor. muchas veces estos dos extremos se tocan en determinadas situaciones: como en el acto sexual, o en una sesión bdsm. a medida que aumenta el dolor, aumenta el placer de forma proporcional. no poder gritar, no poder moverse, la impotencia... todo eso no hace sino potenciar el dolor y el placer. y ambas cosas producen un efecto asombroso. hasta el tío más civilizado y guaperas, se convierte en un animal cuando se encuentra con estas dos realidades. por eso a menudo hay que atarlos cortos, porque tanto el placer como el dolor, pueden volverse insoportables y hacen perder la conciencia del bien y del mal, en definitiva bajan las barreras, nos descubren lo que realmente somos. por esos son tan necesarios en un entrenamiento bdsm.
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