no sabe el perro qué le ha hecho a la jaula, pero hoy ha seguido como ayer: pinzamientos, aplastamientos de huevos en determinadas posturas...en día como hoy, la castidad se hace muy cuesta arriba, y no por el deseo o las ganas de sexo, sino porque la jaula es un auténtico incordio. aún así esa sensación como de castigo inesperado al hacer un gesto o tomar una postura, aviva el lado masoca del perro.encuentra un extraño placer en el dolor inesperado, tal vez porque así se olvida ni de su vida, ni de su Dueño.
el calor tampoco ayuda desde luego, pero lo peor no es la ropa sudado o los pantalones pegados, sino la imposibilidad de llevar botas. aún el Dueño no lo permite, de manera juiciosa porque mucho calor, pero al perro le gustaría poder llevarlas ya.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.
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