a veces no es sólo la impotencia, fruto del bondage, ni el tacto fetichista del cuero sobre la piel, sino la humillación pública, que todo el mundo vea lo que eres y te vea en tu lugar. no sólo es que no te puedas mover, es que no puedes esconderte. entre los espectadores se mezcla el deseo, el asombro y la sorpresa, pero también cierta dosis de envidia. como el perro dice muchas veces, el cuerpo no puede engañar, y los genitales del esclavo hablan por sí solos.
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