cuando terminó de lamer las botas estaba brillantes, relucientes, casi podía verse en ellas. conservaba el sabor del cuero en su boca. se irguió quedándose de rodillas, la cabeza gacha y las manos a la espalda. entonces El agarró la anilla del collar que llevaba al cuello, le hizo levantar la barbilla y dijo:
-Recuerda que eres un esclavo, no tienes derechos, sólo obligaciones.
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