viernes, 19 de abril de 2013

día 1190 de esclavitud


23 días de castidad, 23 días desde el último ordeño
parece que los astros se han aliado para poner a prueba al perro. si ayer tuvo que ponerse de cuclillas para orinar, hoy ni siquiera eso. en medio del trabajo le entraron unas ganas terribles al perro de orinar. a punto de comenzar una reunión a la que llegaba un poco tarde, el perro fue al baño, con tan mala suerte que el único retrete que había estaba ocupado. ya no podía más el perro y las opciones eran, esperar a que quedara libre y llegar aún más tarde, ir a la reunión sin orinar, y no hacer por tanto bien su trabajo, o hacer pis en el urinario contraviniendo las órdenes del Dueño. el perro, conociendo al Dueño, sabe que no le agradan las dos primeras opciones. llegar tarde o no hacer bien un trabajo, habla muy mal de un perro, y por tanto, de su Amo. la tercera opción, además de desobedecer, era peligrosa prácticamente, porque aunque no lo había hecho nunca  había leído que orinar de pie con un dispositivo de castidad producía un desastre terrible. había un fuerte peligro y posibilidad de que el perro se orinara encima.
al final lo determinante fue el dolor, el dolor de las ganas contenidas durante una hora que impedían que pudiera esperar más, así que el perro se fue al urinario. menos mal que el baño estaba vacío, salvo por el que estaba en el retrete. siendo consciente de que desobedecía al Amo y dispuesto a afrontar las consecuencias, el perro se sacó todo el dispositivo  hizo la pelvis un poco hacia atrás y comenzó a orinar. efectivamente la orina salía hacia todas partes pero el perro tuvo mucho cuidado de que no le manchara. si alguien hubiera entrado en ese momento lo habría visto en unn postura cuando menos extraña, para orinar.  al menos cuando el perro terminó salió el compañero de trabajo del retrete y el perro pudo entrar a limpiarse. no sabe si se dio cuenta el compañero de la jaula que tenía puesta. en otras ocasiones, el perro había estado en la misma situación, pero entonces lo que había hecho era irse. sin embargo había aguantado demasiado en este caso y esa opción fue inviable. este texto es una confesión de esta falta. ahora corresponde al Amo decidir lo que le pasará al perro, si es castigado o si la situación justifica el comportamiento o no. el perro sabe que ha desobedecido, y así lo confiesa al Dueño, y públicamente. el resto ya no está en sus manos.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

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