el bondage, en una sesión, tiene una función eminentemente práctica. evita que el esclavo pueda escapar o intervenir en el desarrollo de la misma. eso produce una fuerte sensación de indefensión e impotencia. pero ¿qué pasa cuando la sesión termina? ¿tiene sentido mantener el bondage? la respuesta es por supuesto que si. si tenemos en cuenta el principio de que lo que realizas en el exterior tiene un efecto en el interior y viceversa, mantener algún tipo de restricción en el esclavo ayuda a ir minando su ego y a reforzar la idea de lo que es, de cuál es su lugar, y de dónde debe estar. a veces este refuerzo puede ser algo tan simple como un cockring, tal es el caso de este perro, obligado a llevarlo permanentemente. podemos subir un nivel con un dispositivo de castidad, que no deja de ser un mecanismo de bondage. si es posible, lo ideal serían cadenas, o un collar que permitieran cierta movilidad, pero que tampoco fuera libertad completa de movimientos. en cualquier caso buscar una manera de limitar al esclavo siempre le viene bien, así aprende que no puede hacer lo que quiera, sino lo que el Amo le ordena.
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