sábado, 22 de septiembre de 2012

minirelato CXXXVII


la habitación no tenía ventanas. sólo una sólida puerta que parecía fundirse con la pared. sin muebles. sin enchufes. apenas algo más que un cuarto trastero. con un fluorescente metido en el techo, siempre encendido. intentó llevar el paso del tiempo con el sueño, luego con el hambre, pero cuando tuvo siempre hambre y sueño perdió la cuenta. luego vino la sed. pero lo peor fue el silencio y la soledad. en un momento dado, no supo cuando, vinieron a por él. no se resistió mientras lo metían en un traje de latex brillante. no tenía fuerzas. no emitió sonido cuando le pusieron la mordaza y la capucha, había perdido la voluntad. ni cuando el candado cerró el collar alrededor de su cuello. sabía que lo iban a vender como esclavo, y también sabía que obedecería todo lo que le ordenaran.

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