sábado, 7 de julio de 2012

minirelato CXXVI

el arnés de la cabeza no sólo mantenía la bola bien metida en su boca,  sino todo el cuerpo arqueado por las correas que lo unían a los pies. boca abajo y con las manos atadas a la espalda, no dejaba de babear entre gruñidos.

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