mi Dueño es bueno con este perro. le ha ordenado que se ordeñase pero sintiendo placer, sin ninguna cortapisa, salvo una, que tenía que usar las pinzas porque, dice, tengo que aprender a sentir placer con dolor. la intención es clara para este perro: condicionarme de forma que el placer del ordeño y el dolor se superpongan hasta hacerse intercambiable.
por supuesto obedecí y, curiosamente, cumplió su objetivo. el placer se fundió con el dolor de forma tal que, una vez ordeñado, sentí una extraña satisfacción quitándome las pinzas de los pezones, momento por otro lado de máximo dolor ya que es cuanto la sangre vuelve a las terminaciones nerviosas.
el resto del día pasó con una salida a la feria del libro de las palmas y comida fuera de casa, siempre controlado a distancia por mi Amo. la tarde la pasé en casa trabajando a mi ritmo.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.
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