cartas desde la mazmorra 37

esta semana que ha pasado ha sido la semana de carnaval. los que nos atacan a veces usan como argumento, que con nuestros cueros parecemos o estamos disfrazados. tal vez para ellos lo estemos, tampoco le importa a este perro mucho su opinión, pero sí que da a este esclavo para una reflexión.

a lo largo de este blog es casi omnipresente la idea de que el cuero y las botas no tienen tanto un fin en sí mismos cuanto que expresan de una forma inmejorable el interior de Amos y escalvos, la autoridad y el poder que emana de aquellos, y la sumisión de éstos. son, en definitiva, una forma de hacer visible algo que no lo es bajo otras formas, salvo tal vez por las acciones en medio de una sesión. en este sentido los cueros no son disfraces, porque no esconden la identidad, sino que la hacen visibles. serían, de hecho, lo más contrario a un disfraz. fuera de períodos como carnavales, unas botas o unas pantalones de cuero son señales de una sexualidad alternativa, símbolos del sadomasoquismos y los que los llevamos, en una u otra intensidad, somos fácilmente identificables como tales.

es cierto que durante estas fechas algunos aprovechan para dar rienda suelta a sus deseos y se visten como Amos o esclavo, aprovechando el impass que estas fiestas realizan en la identidad a todos los niveles. pero de nuevo lo que se disfraza no son las apetencias o las inclinaciones sexuales, sino la vida cotidiana que a su vez esconde su verdadera naturaleza. ¿podría considerarse un disfraz que esconde un disfraz pero que realmente muestra lo que el primer disfraz esconde?. 

lo miremos como lo miremos vestir de cuero evoca y remite a unas inclinaciones, unos deseos de dominar o de ser dominado, un fetichismo por una prenda cargada de connotaciones. por todos estos motivos el cuero debe ser honrado y llevado dignamente, mostrando lo que realmente eres.

feliz semana.