era un tío muy morboso y jugar con las esposas le pareció divertido. él se las puso subiendo los brazos por encima de la cabeza, enganchándolas en una argolla que le obligaba a amanterse de puntillas. la mordaza empezó a incomodarlo, pero el miedo le invadió cuando salió, dejando abierta la cabina del cuarto oscuro.
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