no puedo, no lo consigo, bajo ningún concepto. no puedo evitar que mi interior tiemble ante la visión del cuero: su textura, su brillo, incluso el olor que puedo llegar a imaginar. ante fotos como esta se me seca la boca, se me contrae el alma de perro y sólo quiero caer de rodillas y someterme. este perro ha llegado a tener claro que su mayor fetiche es la esclavitud, la sumisión psicológica. el cuero por sí sólo no es suficiente, hasta el punto de que puede no estar, pero no puedo evitar vincular esas dos cosas. un tio en cueros es un tio dominante, y ser dominado es el motivo de mi existencia. hoy le he agradecido por la mañana a mi Dueño que me haya acogido, que me haya hecho su esclavo, que me haya sometido y que me entrene para servirle. sin El estaría incompleto, sin rumbo, sería un ser viviendo a medio gas. incluso sin estar a sus pies constantemente, en la distancia, una palabra suya sirve para centrarme, orientarme, animarme, y decirme por dónde debo ir. desde que le pertenezco la existencia de este perro tiene una densidad diferente, porque sabe que la no-vida es momentánea, relativa, inconsistente. lo verdaderamente importante es que ya ha llegado, incluso estando en camino, ya sabe cuál es su lugar en el mundo y para qué nació: para obedecer a mi Dueño, y someterme a su voluntad.
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