jueves, 22 de septiembre de 2011

secuestro V

calculó que el habitáculo apenas tendría cuatro metros de largo por otros tantos de ancho, sin ventanas, sólo con una puerta compacta. un único foco en el techo producía la luz. buscó sin encontrarlo, un interruptor. poco a poco, sin moverse aún, fue tomando conciencia de donde se encontraba.
vio en una esquina un pequeño cubo, supuso que para hacer sus necesidades. sintió sed y entonces notó que tenía algo metido en la boca, algo plano que presionaba su lengua hacia abajo, impidiendo moverla. una tira ancha cruzaba su cabeza, manteniendo aquello en su interior.
instintivamente levantó las manos para tocárselo y oyó el ruido de las esposas y las cadenas. miró hacia abajo y volvió a ver el traje de latex que lo cubría por completo, brillante y reluciente. se tocó la cabeza y notó la capucha.
se fijó mejor y vió los grilletes en sus pies, unidos por cadenas a las esposas de sus manos, y éstos a la pared, a una argolla que sobrealía. calculó que tendría la cadena suficiente para llegar al otro extremo de la pequeña habitación.
pensó que era algo innecesario porque de todas formas no podría salir de allí. entonces recordó que no era cuestión de posibilibidad o no, sino de aprendizaje, le estaban enseñando,. el mensaje era o aprendía o estaba condenado a permanecer allí.
intentó levantarse pero estaba demasiado dolorido. cuando lo consiguió lo hizo apoyándose en la pared. las cadenas le pesaban. apenas podía caminar con los grilletes. llevaba un collar de pesado metal al cuello y sólo podía avanzar dando pequeños pasitos. se sentía inútil e indefenso.
poco a poco llegó hasta el cubo. quería orinar pero el traje parecía impedirlo. se fijó y tenía una cremallera en la entrepierna que abrió para sacar la polla. aturdido como estaba no se había dado cuenta de que ésta estaba metida también en una especie de jaula, un dispositivo de castidad que impedía que se pudiera masturbar. era una reja, así que supuso que podría orinar a través de ella y así lo hizo.
se sacudió la polla como pudo para dejar caer las últimas gotas. se colocó todo el dispositivo y cerró la cremallera. dando pequeños pasitos se sentó en la esquina frente a la puerta y se echó a llorar desconsoladamente.

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