llevo toda la semana con el mismo calzado. las botas nuevas negras que mi AMO me permitió comprar el sábado. El dice que son adecuadas para mi, propias de un esclavo, pero sólo para diario, que El no me ataría nunca con ellas puestas, porque prefiere las sendra. entre las botas también hay clases.
aún así ayer me permitió ordeñarme con ellas puestas, y amordazado, en silencio, sin mostrar ninguna emoción. así me quiere El, apenas un objeto.
todo debo vivirlo, y lo vivo de hecho, como una concesión, como un regalo que El me hace, como una consideración de El hacia mi antes la que sólo puedo mostrar agradecimiento, un profundo y radical agradecimiento. eso es llevar unas botas, poder comprarlas y llevarlas, por eso desde el sábado no me he puesto otra cosa sino las botas.
son muy, muy cómodas y además me encanta el ruido que hacen cuando camino con ellas, es como si pusiera bien los pies en el suelo, una demostración de seguridad, porque también mi AMO me ha enseñado una cosa: ante El no soy nada, pero recorrer este camino de sumisión me pone por encima de la media de los que me rodean. esa es la única forma de llevar mi no-vida.
y aquí aparece de nuevo la paradoja: en mi vida no soy nada, y por serlo, en mi no-vida soy un líder, o debo serlo, en el sentido de marcar bien los límites y no dejarme pisar. soy de mi AMO y debo cuidar para que esté en buen estado y no sea maltratada la propiedad de mi AMO. las botas me ayudan a recordar esto cada instante que las llevo puestas.
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