martes, 9 de febrero de 2010

minirelato LVII

cuando cruzó la puerta entornada no vio a nadie, sólo la entrada del sótano al final del pasillo, también abierta. bajó las escaleras y su mirada se fijó inmediatamente en esa otra puerta, sin picaporte, sólo con cerradura. como le habían ordenado se desnudó y se puso el collar que encontró en el suelo. la celda no tenía ventanas, ni interruptores. cuando entró y cerró, se sumió en la oscuridad más absoluta.

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