UFF, cuánto tiempo y que mono de escribir tenía. la razón de este silencio? pues que tuve que salir de viaje por motivos laborales y la vuelta ha sido de todo menos tranquila. casi ni he podido dormir, así que el blog ha quedado en segundo lugar. espero que esto no dure mucho y que pueda seguir con mi "ritmo" de publicación.
como regalo de retorno, una experiencia que me pasó al inicio del viaje, que parece mentira, pero cierto. todo el mundo sabe que las medidas de seguridad se han endurecido desde las navidades en los aeropuertos y, desgraciadamente, esa es la única forma de salir de una isla como gran canaria. así que para el viaje tuve que volar. ni corto ni perezoso me puse mis sendras repujadas. caminaba seguro por el aeropuerto hasta el puesto de control, en la zona de embarque. allí me tuve que quitar el cinturón, el reloj y cualquier cosa metálica que llevara y ponerlo en una bandeja. la llevé hasta el escaner y la puse. cuando pasé por el arco de metales pitó y un segurita me dijo que tenía que quitarme los zapatos. me senté en un banco que había allí y me quité las botas, pasándolas por el escaner también. cuando crucé el arco me encontré con el mismo segurita con cara de embobado que me preguntó:
-¿Son unas sendra?
-Sí le contesté yo.
-¿Qué son qué?-preguntó la compañera del segurita, también ella de uniforme.
-Las botas, ¡son unas sendra!, es la marca de las botas- volvió a repetir el segurita, esta vez con más cara de embobado y tono de admiración.
a veces uno no sabe dónde se va a encontrar un amante de las botas. estoy seguro que si hubiera tenido oportunidad, se habría arrodillado y las hubiera tocado.... o lamido.
parece un mini relato de los que publico aquí, pero doy mi palabra de esclavo de que es absoluta y completamente cierto.
1 comentario:
ufff como ha molado. Yo desde luego las hubiera lamido, besado y adorado. Seguro ke molaria verte con unas botas de esas
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