era inútil. no podría hacerlo. los segundos pasaban y yo no podía ni mear, ni siquiera cagar en esa situación. mi vientre estaba a punto de estallar pero la visión de mi Amo totalmente encuerado a mi lado impedía que pudiera hacerlo. su mano enguantada seguía en mi boca y sólo podía oler profundamente el cuero y ver el brillo de la luz sobre su camisa y pantalones negros. tenía ganas de llorar pero tampoco pude. comencé a respirar profundamente. los treinta segundos estaban a punto de terminar.
-Tres...dos....uno-oí que decía-¡cero!
en el segundo siguiente ocurrió todo. se puso delante mía, quitándome la mano de la boca y en una milésima se brazo derecho se levantó descargando una bofetada tan fuerte sobre mi cara que me tiró al suelo, chocando con los barrotes. antes de caer al suelo empezó a salir la orina mojándome todo el cuerpo con aquel líquido caliente que iba bajando por mis piernas. instintivamente levanté los brazos hasta la cara mientras me meaba encima, dejando un charco a mi alrededor. el tiempo pareció detenerse mientras lo que creía litros y litros salían de mi. yo gemía, aunque no sabía si por el dolor de la bofetada o por el dolor de la meada. todo me dolía. y allí, acurrucado en una esquina, mientras veía aumentar el charco, solo pude mirar hacia arriba con sorpresa, admiración y reverencia. extrañamente no lo odiaba, sólo podía admirarlo, venerarlo. algo estaba pasando en mi interior. nada de lo que El, hiciera me molestaba. si recibía aquel castigo era porque no había hecho bien, porque no había obedecido y me lo merecía. a mi mismo me sorprendió asentir eso ¿cómo había llegado hasta ese punto? ¿qué había pasado para que sintiera aquello? ¿cómo podía sentirme responsable? sólo se que ocurría, que allí estaba yo avergonzado por no haber obedecido tal y como mi Amo quería.
(continuará)
1 comentario:
Me gusta muchísimo tu relato y tu forma de entender el mundo de la sumisión. Espero impaciente la nueva entrega
Un abrazo
Kike
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