lunes, 6 de octubre de 2008

En la moto de mi AMO XXIV

el camino duró poco, o al menos eso me pareció porque lo recorrí nuevamente con los ojos tapados, sentado en la moto de mi AMO, únicamente sujeto a su cuerpo a su cuerpo, apretado, temiendo caerme o sencillamente temiendo dejar de estar a su lado. cuando al final me quitó el casco con la visera oscurecida aquello me resultó familiar, estaba nuevamente en casa de mi AMO. había vuelto a su garaje, donde todo comenzó. sujetándome por el collar me llevó hasta la puerta que llevaba al sótano de la casa. allí estaba la mazmorra. entramos. las paredes cubiertas de ladrillo le daba un aspecto antiguo. las pequeñas ventanas habían sido selladas. era más espaciosa de lo que recordaba y muy bien pertrechada. en las paredes colgaban látigos, mordazas, capuchas, esposas y todo el material necesario para dominar a un buen grupo de esclavos. en un extremo había un armario grande donde tenía la ropa de cuero y en una esquina algo nuevo. había una celda, hecha de barrotes, una copia de la de las cárceles con un camastro y un pequeño retrete.
EL me dejó mirar todo aquello, hacer un recorrido visual observando cada detalle.
-Esta va a ser tu casa los próximos dos meses así que acostúmbrate.
no había terminado de hablar cuando me volví hacia EL con cara de asombro, tirando a espanto. ¿allí? ¿dos meses? antes de reaccionar me sujetó el collar y tiró de mi. en tres zancadas llegamos a la celda, abrió la puerta y me tiró dentro, ayudado por el impulso que llevaba. llegué hasta la pared y cuando me dí cuenta había cerrado ya la puerta.
-Esto no es un juego. eres mio, aunque no lo sepas, lo eres. aún tengo que domarte. esto no ha hecho más que empezar ¡quítate la ropa!.
obedecí hasta volver a quedar desnudo.
Dámela!-dijo
se la pasé a través de las rejas y se marchó, cerrando la puerta. la luz había quedado encendida. miré alrededor. vi el sling, una cama de bondage, cadenas colgando del techo y el enorme surtido de artefactos que había allí. luego revisé mi celda. tendría apenas tres por tres. lo se porque la cama casi llegaba de pared a la reja y era de dos metros. el retrete parecía mi mesa de noche. la cama era realmente un catre de mampostería con una delgada colchoneta encima. no había ninguna manta ni nada con lo que cubrirse así que pasaría frío. me senté y respiré. en cuanto mi culo tocó el catre me invadieron las sensaciones. no me había dado cuenta de que lo tenía rojo y que el butt-plug había hecho su tarea muy bien. al final estaba allí -pensé- y ahora ¿qué?. de pronto me inundó un tremendo cansancio y me recosté. antes de que pudiera decir nada ya estaba dormido.
la sirena me despertó espantado. era un ruido chillón, escandaloso, que se metía por dentro. de un salto me puse de pie gritando y entones lo vi delante d ella puerta d ella celda. me costó unos segundos darme cuenta de donde estaba y quien era EL. la única luz que se veía era la que producía la bombilla. ¿había estado todo este tiempo encendida? me di cuenta que llevaba bastante tiempo sin ver la luz del sol. había perdido la noción del tiempo. ¿era de día o de noche? ¿había terminado ya el fin de semana? ¿qué día era? desde el viernes que me secuestraron podían haber pasado semanas, dos días o cinco. no lo sabía, estaba completamente desorientado.
un golpe en los barrotes volvió a centrarme en EL. estaba allí, con un pantalón vaquero, camiseta negra y botas. en la mano tenía un cuenco de perro con papilla.
-Tu comida-dijo- A cuatro patas, perro.
por supuesto inmediatamente me puse. EL se agachó y abrió una pequeña portezuela en la reja por donde pasaba justo el cuenco de comida. lo dejó allí y cerró. se levantó y esperó. realmente fue entonces cuando me di cuenta de lo hambriento que estaba. me acerqué y metí la cabeza en el cacharro comiéndome la papilla que sabía a cereales. me recordó aquello que mis captores me habían obligado a comer a través de la mordaza. seguí comiendo hasta que hube terminado con todo lo que había allí. cuando hube terminado el cacharro quedé allí a cuatro patas, a la espera. EL sacó el vol de la celda y puso uno con agua. probé algo y luego me quedé allí.
-Mientras estés ahí dentro, cada vez que aparezca te pondrás como estás ahora, a cuatro patas, ¿entendido?
-si, AMO-contesté yo.
-No hablarás hasta que te de permiso expreso para ello. Tampoco te levantarás hasta que yo lo decida. dormirás cuando tengas sueño, pero te levantarás cuando lo desee. has dejado de ser dueño de tu cuerpo que ahora es mio así que tampoco harás tus necesidades sin permiso. ¿entendido?
-si AMO- volví a contestar.
-Ahora, siéntate y caga y mea-obedecí y me senté. sin embargo no tenía ganas y aunque conseguí orinar no pude cagar.
cuando pasaron unos minutos me dijo.
-Levántate y límpiate.- así lo hice.-Acércate a la reja y pasa los brazos por fuera hacia mi. Ahora cierra los puños.
cuando obedecí procedió a ponerme una especie de bolsas en los puños. eran de cuero y se cerraban con unas muñequeras con candado. cuando terminó tenía las manos completamente inutilizadas.
entonces abrió la puerta y me sacó. yo caminaba con la cabeza agachada, mirando sus botas tal y como me había ordenado. me llevó hasta un potro que había allí y me tumbó boca abajo, sujetó las muñequeras a unas argollas y los pies a unas anillas en el suelo de forma que mi culo quedaba expuesto. parecía que lo tenía calculado porque mi boca quedaba justamente a la altura de su polla, lo cual significaba que mi culo también. efectivamente, cuando hubo tensado las ataduras de forma que no me pude mover. se fue por detrás. le perdí de vista pero sentí algo frío en mi culo y lo siguiente su polla abriéndose paso de forma brutal, sin compasión. casi sin pretenderlo grité de dolor. fue un grito claro, alto, sin ninguna duda. luego me quedé sin aliento un segundo y su siguiente embestida fue otro grito.
-¡Grita perro, nadie te oye, y nadie te va a ayudar!-dijo EL jadeante mientras seguía follándome.
y seguí gritando mientras me follaba una y otra vez hasta que se corrió y cayó encima mía. había durado unos minutos escasos, pero estaba sudando y tenía el culo dolorido. dio la vuelta y se puso delante mía. volvió a levantarme la barbilla y nos encontramos. yo jadeaba y algunas lágrimas caían por mis mejillas. El sonreía y se notaban algunas cosas de sudor en la frente.
no la vi venir, solo noté el impacto de la hostia cuando llegó y mi cara se movió hacia un lado impulsada por la fuerza de la mano. Lo siguiente fue el calor que inundó ese lado de la cara. apreté los labios y bajé la cabeza. entonces me acarició y me dio dos golpecitos. EL salió dejándome allí.
la escena se repitió tres veces más en un periodo de tiempo que no podía precisar: ¿tres horas?, ¿seis?, ¿todo un día? lo único que se es que cuando me desató y me llevó de vuelta a mi celda mi culo ardía y caí redondo en el catre mientras la bombilla seguía encendida.
(continuará.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Caliente, excitante, me ha enganchado