habían acordado el precio: 30 euros. el cliente se había empeñado en ir a su casa. lo de hacerlo en el sótano le resultó extraño, pero accedió. el trapo en su nariz y su boca lo cogió desprevenido. cuando el último ladrillo ocupó su lugar y fue cubierto con cemento le cubrió la oscuridad. entonces supo que había cometido un error.
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