jueves, 11 de septiembre de 2008

En la moto de mi AMO XX

varias manos me levantaron del suelo y me secaron. me quitaron las esposas y yo inmediatamente adopté una posición sumisa. no quería alterarles lo más mínimo, ni darles pie a otra sesión de castigo. no les oía, sólo sentía sus manos cuando me tocaban. rápidamente me vistieron: arnes, chaps y botas y luego una chaqueta que cerraron. me quitaron el dispositivo de los genitales y me volvieron a esposar a la espalda. engancharon algo al collar y tirando de él me hicieron caminar. al principio lo hacía con cuidado porque no veía nada pero luego tuve que acelerar el paso. el silencio más absoluto me envolvía a pesar de que sabía que los pasos que estaba dando tenían que producir algún sonido. de lo que no había duda era de que estos tíos estaban bien organizados. caminamos cambiando varias veces de dirección hasta que me obligaron a parara. tanteando y con ayuda me subieron en una moto y me encadenaron al asiento. si la moto se caía lo pasaría mal. luego sentí el casco. nos pusimos en marcha. iba a gran velocidad y yo sólo pensaba en que tenía el culo y la polla al aire y que si alguien nos viera se llevaría una sorpresa. hacía frio pero no podía decir siquiera si era de día o de noche. al cabo de un rato paramos y me bajaron. subí unas pequeñas escaleras y entramos en un local. me di cuenta por el cambio de temperatura. luego bajamos unas escaleras más largas. yo llevaba a cada lado un tio que me guiaba y a la vez me sujetaba. al llegar al final me quitaron la chaqueta. intenté imaginarme con el arnés, los chaps y las botas y me sorprendí de que no estuviera asustado. realmente todo me daba igual. estaba aprendiendo a aceptar mi situación actual.
volvieron a tirar de la correa atada al collar y volví a caminar unos metros. entonces me detuvieron. sentí unas manos en mi cara y de pronto quitaron algo de la capucha de forma que pude ver. estaba subido en una especie de escenario y enfrente mio un numeroso grupo de tios me miraban. todos ellos vestían de cuero, o no tenían camisa. los había con gorras, rapados, con la cabeza afeitada. me sentía avergonzado, con toda aquella gente mirando y yo en pelotas. a mi lado un tio, también encapuchado y con collar sujetaba una cadena que estaba atada a mi cuello. me parecía estar viviendo un sueño porque estaba en un lugar lleno de gente pero no oía absolutamente nada. supuse que tenían que estar fritando porque miraban hacia mi y hacían gestos y se movían pero no oía absolutamente nada. indudablemente estábamos en un sótano que era un bar. al fondo veía la barra y casi todos tenían una copa en la mano. hice un rápido recorrido por el local y a mi derecha a un tio, también subido a un escenario que hacía gestos hacia el público. entonces lo comprendí. ¡me estaban subastando!. la capucha que llevaba impidió que todos vieran mi cara de sorpresa y espanto. no quería aquello. había sido secuestrado y llevado allí a la fuerza. no quería irme con cualquiera, yo tenía mi Amo. intenté pensar rápidamente, ¿qué hacer? volví a sentir las esposa, imposible quitarlas. pensé en correr, ¿a donde? no veía siquiera la salida y el sicario de al lado mí me tenía muy bien sujeto. no había forma de salir de allí en ese momento así que decidí esperar. me puse recto, intentando mantener una dignidad que iba desapareciendo a marchas forzadas. no podía oir lo que pasaba pero podía ver que el público se animaba. los movimientos eran cada vez más bruscos y parecía que estaban interesados en mi. en segunda fila había un tío sin camisa que venía con un grupo, que gritaba y levantaba la mano, supongo que dando una cantidad. los tíos que estaban al lado parecían animarle para que siguiera mientras otros en la sala también participaban del espectáculo.
entonces lo vi, casi al fondo, inmóvil, mirándome fijamente: mi Amo. tenía una copa en la mano, vestido con sus cueros, completamente quieto. mi primer impulso fue acercarme a Él, llamarle, pero el esclavo de al lado me detuvo en seco. me contuve para no provocar su ira, aún recordaba las descargas. me puse muy nervioso, quería decirle que era yo, que estaba allí, que me ayudara. tal vez me había reconocido a pesar de la capucha. “soy yo, ayúdeme”, tenía ganas de gritarle. el nerviosismo se convirtió en angustia. intentaba hacer algún gesto, mover la cabeza, mirarle fijamente, cualquier cosa que le indicara que estaba allí, pero El sólo miraba fijamente para el escenario. “no puede ser, no puede estar pasando esto”, pensé. miré al esclavo al lado mi, me ignoraba. volví al vista hacia la derecha, al subastardor justo en el momento en que decía algo y señalaba al tio de la primera fila con sus amigos, que , en ese momento, levantó los brazos en señal de victoria. “¡no!”, pensé, pero justo fue el momento en que subió al escenario y entregó unos cuantos billetes al subastador. el público reía y aplaudía mientras se acercaba a mi y el sicario, que hasta entonces me había llevado, le entregó la cadena que tenía al cuello. aquello no podía estar pasando. cuando tiró de la cadena yo me resistí. no quería irme con él, intenté gritar y tirar hacia el lado contrario al que me llevaba. todo fue inútil. sus amigos le aplaudían y el público parecía felicitar mientras abría un pasillo por el que íbamos atravesando el local hasta el lado opuesto del escenario. justo nos acercábamos al lugar donde estaba mi Amo. pasamos al lado de Él y yo le miré e intenté acercarme, hacerle un gesto, decirle que era yo, pero El permaneció impasible, mirando al frente, sin hacer ningún gesto y yo me sentí solo y abandonado, perdido.
(continuará)

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