martes, 9 de septiembre de 2008

En la moto de mi AMO XIX

cuando volvieron a aparecer no me atreví a decir nada, sólo los miré, suplicante, pidiéndoles que me soltaran. no se si respondían a mi súplica o venían con esa intención, pero efectivamente me soltaron. caí al suelo de la jaula. no podía mover los brazos ni las piernas. ellos me sacaron. era como un muñeco en sus brazos. tenía los ojos colorados de llorar y apenas podía mantenerme. metieron mis brazos en una chaqueta de fuerza de cuero que no había visto. el frio tacto fue agradable hasta que doblaron los brazos por delante y ajustaron las mangas a mi espalda fuertemente. mi cabeza caía por los lados, incapaz de sostenerla. mientras uno me sujetaba, el otro trajo una silla de fuera de la habitación y me sentaron en ella. los miré interrogante, con la cara húmeda del sudor y del llanto. uno de ellos estaba delante mi y nuestros ojos se encontraron a través de su máscara. "por favor", supliqué yo, aunque sólo salía un gruñido. "por favor", repetí. entonces el otro metió una bolsa por mi cabeza y la cerró alrededor del cuello. grité y empecé a agitarme mientras me sujetaban. el aire comenzó a faltarme. sólo podía respirar por la nariz y notaba como el plástico se metía por los orificios. ¿iba a morir allí?, fue lo único que se me ocurrió pensar. entonces volví a gritar y a luchar por soltarme. todo inútil. cuando quitaron la bolsa me pareció que volvía a nacer otra vez. el aire entró en mis pulmones mientras no podía dejar de gritar y sacudirme. estaba desesperado. en unos segundo normalicé mi respiración y dejé de agitarme. miré suplicante al que tenía delante mio. sus ojos no mostraban ninguna emoción, justo lo contrario que los mios que debían estar pidiendo que me dejara, que me ayudara. mi visión se nubló cuando la bolsa volvió a cubrir mi cara.
(continuará)

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