miércoles, 20 de agosto de 2008

En la moto de mi AMO XVIII

el tiempo pasó muy lentamente aunque no lo puedo asegurar porque no tenía forma de medirlo. el foco estaba encendido permanentemente y cuando intentaba dormir una nueva sacudida me mantenía despierto. en poco tiempo el cansancio se convirtió en agotamiento. cada vez que se abría la puerta mi cuerpo lanzaba un chorro de adrenalina que aceleraba mi corazón. tras tres intentos y sus correspondientes castigos, decidí no hablar cuando vinieran a traerme la papilla. La mayor parte del tiempo lo pasaba en el centro de la jaula, a cuatro patas. era la única posición en la que no me sacudían las descargas. de vez en cuando los dos encapuchados me sacaban de la jaula para que hiceira mis necesidades en un cubo. la primera vez, sin haber hecho nada, recibí dos sacudidad que me tiraron al suelo. dejaron claro desde el principio quien mandaba allí.
el tiempo pasaba sin sentido ninguno. no entendía nada y cada vez que intentaba comunicarme con mis captores, recibía un castigo. adelgacé enormemente, y el cansancio entró a formar parte de mi. ¿qué esperaban que hiciera? ¿qué querían de mi? aquello no tenía ningún sentido. calculo que me dejaban dormir un par de horas escasas cada día, aunque ya no sabía cuando era de día y cuando de noche. ni siquiera la comida era a intervalos regulares. a veces la traían cuando no tenía hambre y otras habían pasado horas desde la última vez que había comido.
la rabia, la tristeza y la impotencia se mezclaron en los enormes ratos que estuve a cuatro patas, con las rodillas entumecidas y la cabez agacha. empezaba a tener marcas en la piel, quemaduras de las descargas ¿qué hacía yo allí? yo tenía una vida. estaba desesperado. cuando entraron con el cubo supe que me iban a sacar de nuevo. tenía que intentarlo, no podía estar así, sin luchar. cuando hube terminado con el cubo me lancé de improviso hacia la puerta. dos pasos fueron suficientes para que la descarga me dejara en el suelo, inconsciente. cuando desperté volvía a tener la mordaza, mis pies estaban fuera de los barrotes, atados con cuerdas. mis brazos también estaban por fuera, en la parte superior de la jaula y las muñecas unidas por esposas, dejándome boca abajo, colgado, mirando al suelo, en una postura que tensaba mis brazos, mi espalda y mis hombros. intenté apoyar mi frente en el suelo para relajar la tensión, pero no llegaba. entonces sólo estaba el dolor. estúpidamente pedí ayuda, grité mientras las lágrimas salían desconsoladamente. intentaba levantar la cabeza pero solo conseguía que el dolor aumentase. lo intenté durante unos minutos hasta que comprendí que era inútil. Las lágrimas pronto se confundieron con el dolor y yo solo esperaba que no se produjeran daños irreparables en mis articulaciones. estuve así mucho tiempo. el hambre y la sed se unieron al dolor y yo no sabía como ponerme. cualquier movimiento ocasionaba una sacudida de dolor terrible. de pronto se fue gestando en mi interior una súplica. "por favor, por favor, no lo haré más. me portaré bien. no intentaré escapar. por favor, obedeceré". no supe si lo estaba dicientdo o solo lo estaba pensando. solo sé que todo mi ser repetía una y otra vez esas frases, una y otra vez. sólo quería que todo aquello terminase. creo que me desmayé un par de veces por el cansancio y el dolor. me oriné encima únicament eporque había perdido el control sobre mi cuerpo. de vez en cuando intentaba liberarme, moverme de alguna forma, siempre inútil. notaba los brazos frios, las esposas oprimiendo mis muñecas, mis rodillas doloridas, pero sobre todo, la espalda entumecida. entonces caí en una especie de duermevela. no sabía si lo que estaba pasando era sueño o realidad.
(continuará)

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