lunes, 4 de agosto de 2008

En la moto de mi Amo XVII

cuando volví en mi lo primero que se hizo presente fue un intenso dolor de cabeza. me llevé las manos a la frente y casi me sorprendió poder hacerlo. poco a poco abrí los ojos y lo primero que vi fueron los barrotes. estaba en una jaula pequeña, cuadrada, de apenas dos metros de largo por uno y medio de ancho. el suelo era de metal frío. noté la boca seca y me la palpé. tenía una mordaza puesta que llenaba mi boca. la recorrí hasta el cierre en mi nuca, un candado la mantenía fuertemente ajustada. estaba desnudo y ya no tenía el plug puesto pero si algo en la polla. era un dispositivo de seguridad. podía orinar pero cualquier erección se volvería algo tremendamente doloroso. revisé la jaula. la puerta también estaba cerrada con un candado. entonces me concentré en mi alrededor. era una habitación mediana, toda de cemento y hormigón, sin ventanas, con un potente foco orientado hacia donde yo estaba. no había ningún mueble salvo la jaula donde estaba metido. sólo podía esperar y eso fue lo que hice. lo primero que me vino a la mente fue mi AMO ¿qué estaría pasando? ¿pensaría que me había marchado y lo había dejado? ¿dónde estaba? ¿quién me había llevado allí? estaba metido en estos pensamientos cuando se abrió la puerta. entraron dos tíos vestidos con un taparrabo de latex y sendas capuchas también de latex, con aberturas para los ojos únicamente. uno llevaba algo parecido a un cuenco y el otro una porra. cerraron la puerta. el del cuenco lo dejó en el suelo mientras se acercaba a la jaula con algo en la mano. vi que era una llave. por fin iban a quitarme la mordaza. me di la vuelta para que pudieran quitar el candado, que, efectivamente retiró. cuando sacó completamente la mordaza dije:
-¿qué....?-y entonces vino la descarga. fue interna, potente. mi cuerpo se sacudió chocando contra los barrotes mientras babeaba. demasiado tarde comprendí que la porra era un bastón eléctrico. volví a perder el conocimiento. cuando desperté estaba dolorido y agotado. no había nadie en la habitación y el cuenco seguía allí. alargué la mano y lo acerqué. era una papila acuosa que no se podía coger con la mano. el estómago empezó a crujir y metí la cabeza en el cuenco. lamí hasta el fondo, como un perro. entonces pensé que había caído muy bajo para tener que comer de aquella manera.
una vez eliminada el hambre me dispuse a recuperar las fuerzas y me tumbé para descansar un poco. entonces otra descarga recorrió la jaula. grité, pero no podía ir a ningún sitio. la descarga fue menos intensa que la anterior pero igual de dolorosa. me quedé a cuatro patas en el centro de la jaula, intentando no tocar los barrotes aunque sabía que era inútil porque el suelo también era metálico. debían tener algún dispositivo de vigilancia, una cámara o algo pero no veía nada. tampoco veía cables por ningún sitio, sólo aquel foto justo encima de mi. me quedé allí plantado a cuatro patas esperando, asustado, sin saber lo que realmente se avecinaba.
(continuará)

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