sábado, 3 de septiembre de 2005

Momificación

Primero conectamos por el chat y estuvimos negociando. La verdad es que J. se mostró dialogante y atento así que fui confiando cada vez más en él. Decidimos que me momificara. Para incitarle un poco más le propuse que me momificara y me dejara así hora y media. Estaba seguro de poderlo conseguir aunque él no lo creía. Me propuso que él debía recibir algo a cambio así que quedamos en que si conseguía estar hora y media me ducharía y me daría un masaje. Si no aguantaba y solicitaba soltarme tendría que estar disponible para todo lo que quisiera, especialmente algún tipo de favor sexual. Así lo decidimos y quedamos a las nueve menos cuarto en unos aparcamientos de una zona de la ciudad de reciente construcción.
Llegué a tiempo y tuve que esperar un poco. Cuando llegó lo seguí hasta un duplex vacío en una zona solitaria. Tal y como me había ordenado en el chat nada más entrar me desnudé y me quedé en pelotas. Se puso delante mia y le lamí las zapatillas deportivas de cuero marrón que llevaba puestas. Acto seguido me subió al piso superior y me llevó a un dormitorio. Hacía muchísimo calor. Estaba siendo uno de los días más calurosos del verano. Me ofreció la mano y me dijo:
-¿Estás de acuerdo con nuestro trato?
Yo asentí con la cabeza y nos apretamos la mano. Teníamos un acuerdo. Acto seguido sacó papel transparente, del usado para envolver los alimentos, un rollo de cinta americana gris y otro de cinta adhesiva marrón. Me hizo cruzar los brazos en el pecho y empezó a envolverme con el plástico. Lo hizo a conciencia, fuertemente y con habilidad. Me sorprendió que un Amo tan joven se manejara tan hábilmente. El calor era cada vez mayor y yo comencé a sudar a mares. El también sudaba y al poco tiempo tuvo que abrir las ventanas aunque con las persianas exteriores cerradas.
Poco a poco me siguió envolviendo apretando el plástico contra mi cuerpo. En lugares determinados, tras el plástico, me ataba con dos o tres vueltas de cinta americana. Lo hizo en el pecho, asegurando los brazos; en las rodillas y en los tobillos. Yo iba notando como mi capacidad de movimientos se reducía progresivamente hasta que ya no me pude mover. Notaba las gotas de sudor recorriendo mi cuerpo y mi cara.
Cuando terminó el cuerpo me miró y dijo:
-El tiempo comienza a contar ahora, cuando te envuelva la cabeza.
Acto seguido me envolvió la cabeza con el plástico, solo dejando fuera los orificios de la nariz. La envolvió toda y puso varias vueltas de cinta americana alrededor de la boca y en la frente. Estaban muy apretadas y ajustaban fuertemente el plástico a mi cabeza. Fue indescriptible la sensación que tuve, una mezcla de terror, sofoco, excitación, dependencia..... La realidad es que no podía moverme, ni hablar. Antes de taparme los ojos J, que ya estaba en calzoncillos, me había enseñado su polla. Estaba realmente excitado. Aquello le había puesto muchísimo.
Cuando terminó casi no podía hablar, no podía ver y desde luego no podía moverme. Lo siguiente me sorprendió porque me agarró y me levantó en peso, lo cual es bastante difícil porque soy una persona muy grande. Me llevó hasta un lado de la cama y me tumbó allí. Estaba completamente inmovilizado. Nunca había estado así. Entonces él dijo:
-¿Te has meado?
Yo me espanté y dije que no, moviendo la cabeza y con un gruñido.
-Aquí hay un charco.
"Sudor, sudor", intenté gemir yo y pareció entenderlo. La verdad es que no había caído en la cuenta de lo que estaba sudando. El calor era agobiante y el plástico lo multiplicaba. Pronto noté como todo mi envoltorio estaba mojado. Era increíble. Intenté varias veces moverme pero no pude.
Entonces J dijo que se iba a ir y preguntó si estaba bien. Yo asentí. Antes de eso noté algunos flashes. Me estaba sacando unas fotos. La verdad es que no sé si se fue. Sólo se que cada tanto tiempo volvía y me preguntaba si estaba bien. Yo había perdido la noción del tiempo. Intenté contar pero fue inútil. Todo iba bien hasta que la cinta americana que había atado alrededor de mi cabeza comenzó a apretarme fuertemente. Intenté relajarme pero la presión era demasiada. Al poco tiempo comencé a tener palpitaciones y un inicio de dolor de cabeza. Me asusté. La siguiente vez que vino a comprobar si estaba bien le dije, entre gruñidos, lo que pasaba y que quería seguir pero aquello me asustaba. Entonces cortó, también muy hábilmente, el envoltorio de la cabeza y viendo la situación dijo:
-Estás sudando mucho. Hoy no es el mejor día para hacerlo.
Y entonces cortó el resto de la cinta, liberándome. Se sucedieron otra serie de sensaciones diferentes. Primero sentí los músculos entumecidos y luego un frescor que recorrió todo mi cuerpo. Me miré las manos y las tenía arrugadas, como si hubiera estado mucho tiempo bajo el agua.
-¿Cuánto tiempo he estado?-pregunté
-Unos 45 minutos-dijo El. Había perdido la apuesta.
-Yo quería continuar- dije en un estúpido esfuerzo por parecer duro.
-Baja-contestó El.
Estaba completamente desnudos, los dos los estábamos y aunque me acababa de ordenar ir al piso de abajo, me arrodillé ante él y me sujeté a sus pies en señal de sumisión. Aquello pareció gustarle.
Fuimos abajo y él se acostó en un sofá mientras yo iba a cuatro patas por el suelo. A partir de entonces no dijo nada pero con algunos gestos fue indicando. Yo esperaba que me obligara a pagar mi deuda por haber perdido, pero no ocurrió. Sin embargo fui asumiendo cada vez más el papel de un perro y, mientras él veía la televisión me acurrucaba en el suelo al lado del sofá.
En un momento dado se miró los pies y comencé a lamérselos. Sabía que le gustaba y deseaba complacerle. Se los lamí un buen rato y a conciencia. Me sentía auténticamente su perro. Luego jugué con él, lamiéndole y mordiéndole la mano. A veces me acariciaba y en un momento dado me dijo:
-Mueve la cola- y yo moví el culo simulando su perro.
En un momento dado pensé que miraba su polla e iba a lamérsela cuando me apartó de un golpe. Inmediatamente me encogí a los pies del sofá temiendo haber cometido un error. Lo comprendí más tarde, cuando me ordenó recoger y me dio un puñado de papeles que olían a semen. Se había excitado y corrido mientras yo estaba momificado y no quería que le lamiera la polla.
Como digo, me ordenó recoger y fregar el suelo de la habitación donde había estado. Luego fuimos a tomar algo a un centro comercial cercano. Yo le seguía en el coche y aparcamos uno al lado del otro. Yo bajé pero él no. Dude, no sabía si quería que entrara en el asiento del acompañante para hablar de algo o qué. Entonces recordé cosas que habíamos hablado y fui a abrirle la puerta. Pareció satisfecho. Le seguí hasta el bar en actitud sumisa aunque no evidente para la gente, y a escasa distancia pero a su espalda.
Tomamos dos refrescos hablando de cosas intrascendentes y cuando nos despedimos me adelanté para abrirle la puerta del coche. El entró pero dejó un pie fuera. Yo sabía que quería algo, pero no sabía qué. Entonces caí y allí, en medio del aparcamiento, me arrodillé y le volví a besar las capas de cuero que llevaba. Terminó de entrar en el coche y yo cerré la puerta. Nos despedimos aunque creo que no por última vez.